EL MOVIMIENTO OBRERO PERUANO (1890 – 1980). Reseña Histórica _ Denis Sulmont

En el año 1985 se publicó la quinta edición de este importante texto, realizado por el sociólogo Denis Sulmont, el cual es una investigación fundamental para quien desee entender los procesos populares del siglo XX en nuestro país -en especial para los trabajadores- ya que en todos estos fue determinante el accionar de las organizaciones obreras, de acuerdo a su proceso de desarrollo y consolidación en la lucha social y política, con lo que puede entenderse nuestro presente y proyectar un futuro posible.

En el marco del desarrollo del Capitalismo en el Perú, donde la relación capital – trabajo ira consolidándose como predominante por medio de la articulación que realiza con las otras formas productivas existentes, aparecerán los obreros desarrollándose como movimiento social en un proceso de proletarización desigual a nivel nacional, asumiendo conciencia de clase de acuerdo a la experiencia ganada en los procesos de lucha. Entonces, será por su origen en el campesinado indígena, por su relación con las formas más avanzadas de explotación y dominación capitalistas, y por ser el sector más organizado en el movimiento popular, que el movimiento obrero se ubicará en un lugar estratégico de articulación de los movimientos sociales y políticos que se enfrentan a las fuerzas que ejercen la explotación y la dominación.

El texto está dividido en cinco partes. Las cuatro primeras tratan de los periodos históricos del movimiento obrero y la quinta sobre la coyuntura ultima donde participa (1979-1980).

La primera parte (1890 - 1930) empieza con la reactivación económica del país luego de la Guerra con Chile generada por la inversión de capitales ingleses y norteamericanos, originando dos expresiones del proceso de proletarización: en los centros de extractivo-exportadores en la zona rural (por medio de las relaciones precapitalistas -yanaconaje y aparcería-y por medio del enganche realizado por las empresas con mayor carácter capitalista) y en los centros urbano-industriales (por medio de la manufactura de bienes de consumo y servicios. Entonces,es en las ciudades que van apareciendo las primeras organizaciones, luchas y prensa obreras, de la mano con el anarcosindicalismo -por influencia de Manuel Gonzales Prada- logrando las 8 horas de trabajo en enero de 1919. Para 1920 se producirán importantes cambios internacionales y nacionales, con lo que va apareciendo el movimiento antimperialista de las clases medias, el indigenismo como corriente intelectual centrado en el problema del indio y el avance del movimiento obrero a una perspectiva clasista, construyendo su instrumento de mayor centralización: la CGTP. En este contexto se da el debate político entre la alternativa socialista de José Carlos Mariátegui y el nacional reformismo aprista de Víctor Raúl Haya de la Torre. La alternativa de Haya consistía en las clases medias como dirigente del proceso antimperialista en un partido pluriclasista para desarrollar un capitalismo de Estado. La Alternativa de Mariátegui consistía en el proletariado como dirigente en un partido de clase, consensuando con las otras clases populares el proceso ininterrumpido de la construcción del Socialismo en relación al proceso de la revolución mundial. 

La segunda parte (1930 - 1956) empieza con la caída de la dictadura de Leguía y el inicio de la dictadura de los agroexportadores por medio de Luis Sánchez Cerro, en el marco de la crisis capitalista internacional de 1929. Esta crisis propició la baja del mercado exterior obligando a muchas empresas a cerrar o reducir actividades, haciendo que los obreros desarrollen una masiva protesta -en especial los mineros de la sierra central, los petroleros de Talara, los colectiveros de Lima y la Federación Obrera Local de Arequipa- causando masacres, destrucción de los sindicatos y hasta la desaparición de la CGTP, como también al Partido Comunista, dejando el espacio de liderazgo al Partido Aprista que preparaba desde la clandestinidad medidas insurreccionales. En 1939 se regresa a la democracia y se inicia la II Guerra Mundial. La burguesía financiera e industrial tomará el control mejorando las condiciones económicas. El Partido Aprista y el Partido Comunista apoyarán a los gobiernos tanto para apuntalar la lucha contra el fascismo como la búsqueda de condiciones políticas favorables. Se produce así la reactivación sindical y política de masas cuyo resultado será la Confederación de Trabajadores del Perú -CTP- en 1944, mediante acuerdo de comunistas y apristas, siendo estos últimos los que tomarán todo el control en 1945 implementando el «sindicalismo libre»: posición anticomunista y coordinación con el gobierno de los EEUU. Todo esto provocó la reacción de la oligarquía agroexportadora, produciéndose el golpe de M. Odría en 1948. Esta dictadura se encargó no solo de reprimir sino de hacer mayor gasto público -clientelaje-, especialmente en las «barriadas», así mismo, la implementación de mayor tecnología en la industria extractiva minera y agroexportadora incentivó la demanda de mayor calificación y estabilidad de ciertos sectores obreros, haciendo crecer también a los sectores medios profesionales. Todo esto afectaba a las burguesías industriales -mayoritariamente regionales-, a las expectativas de poder de los sectores medios y a las reivindicaciones de los sectores populares, originando alternativas reformistas nacionalistas como Acción Popular y la Democracia Cristiana.

La tercera parte (1956 - 1968) involucra el gobierno de M. Prado, la Junta Militar y el gobierno de Belaunde, en los que se expande y diversifica el capitalismo como continuación del proceso originado con Odría. Se instalan plantas de ensamblaje (automotriz, electrodomésticos y farmacéuticos), crecimiento de la industria metal mecánica, química, construcción civil, comercio, transporte, la siderurgia, y el «boom» de la pesca para la producción de harina de pescado. La presencia de las trasnacionales tuvo mayor importancia, especialmente en la extracción de materias primas estratégicas (minería). En el caso del campo, el proceso de modernización y capitalización de las unidades agrícolas fue desigual y no abarcó a todas -mayoría en la costa norte-, manteniéndose la condición semi-servil y feudal. Además, en el campo se movilizaba y organizaba sindicalmente el campesinado para eliminar las condiciones serviles y recuperar sus tierras ante la pauperización a la que estaban sometidos, llegando a constituir la Confederación Campesina del Perú en 1956. De lo contrario les quedaba migrar a las ciudades, con lo que comenzó a cambiar radicalmente la fisonomía del país. Ahora, para mantener todo el sistema productivo, se dependía de la venta de recursos naturales -cuyos precios variaban continuamente en el mercado internacional-lo cual irá generando sucesivas crisis económicas y con ello la crisis del Estado Oligárquico. Esto propiciará el ascenso del movimiento popular, en particular el fortalecimiento de la autonomía de clase del movimiento obrero en relación a la actitud conciliadora, clientelista y reformista, que tenía el Partido Aprista en el sindicalismo. Este último, comenzará a negociar con M. Prado condiciones políticas favorables para salir de la clandestinidad y reforzar si influencia sindical y partidaria: «La Convivencia», situación que será aprovechada también por el Partido Comunista. Es así que se reinicia con fuerza el proceso de sindicalización, pero con una fuerte oposición del Partido Comunista, la Nueva Izquierda, el Trotskismo y los pekineses, al Partido Aprista -desde sectores como construcción civil, metalúrgicos, bancarios y maestros- que fue creciendo por la debilidad del «Sindicalismo libre» ante la radicalización de la lucha popular. En 1966, el «Sindicalismo Clasista» decide constituir un Comité de Defensa y Unificación Sindical, logrando dar dirección a los sindicatos radicalizados por la crisis y los núcleos más estratégicos de la producción y servicios, para luego en 1968 formar la Confederación General de Trabajadores del Perú como la central más importante del país, recuperando el nombre dado por José Carlos Mariátegui y los principios del Sindicalismo Clasista.

La cuarta parte (1968 - 1979)se enmarca en el Gobierno Revolucionario de las FFAA, instalado mediante un golpe de estado institucional ante el fracaso de los partidos y las clases dominantes en relación a la crisis económica y política de 1967. Su intención fue generar el desarrollo económico y una organización social acorde de la «seguridad nacional», buscando para ello la «participación» popular. Si bien se hicieron reformas importantes para los trabajadores -la Ley de Estabilidad Laboral y la Comunidad Industrial-, recibieron el apoyo del Partido Comunista y de la dirección de la CGTP, y se logró estabilizar la economía -gracias al mayor uso de la capacidad instalada de las empresas y los incentivos del gobierno-, el movimiento obrero se oponía porque no se redistribuía las ganancias empresariales, además de haber alcanzado un nivel de conciencia política de clase que no permitía ceder ante la «ideología participacionista». La confluencia de las reivindicaciones de los diferentes sectores sociales en lucha y la crisis económica que reaparecerá desde 1973, hacen posible los más importantes paros provinciales -Chimbote, Moquegua, Puno, Piura, Pucallpa, etc.- bajo la consigna de la defensa de la autonomía de clase frente a la intervención del Estado por medio de la CTRP y el MLR. En ese contexto es que el sindicalismo clasista de oposición a la dirección de la CGTP -en todo caso, la Nueva Izquierda como oposición al Partido Comunista- comenzará a tomar fuerza, producir rupturas y constituir nuevos sindicatos: los maestros y el SUTEP,los mineros y la FNTMMP, pero también sindicatos que se mantuvieron como oposición interna. Para 1974 todas estas expresiones criticas formarán el Comité de Coordinación Sindical Clasista, pero que no se sostendrá por las divisiones de la izquierda. Hasta 1979, la dictadura seguirá con los «paquetazos» económicos y la respuesta popular con una serie de continuas protestas a nivel nacional -600 mil trabajadores en huelga- permitiendo la articulación de los movimientos populares, resultando una serie de paros nacionales como el importante Paro Nacional del 19 de julio de 1977 que produjo la convocatoria a elecciones nacionales, pero también el DL 010 con el que se autoriza el despido de los responsables del paro: 5 mil trabajadores dirigentes fueron separados de sus puestos de trabajo.   

La quinta parte (1979 – 1980) se centra en la coyuntura de la «transferencia del poder», precaria salida implementada por la dictadura militar pero que intentaba desactivar la movilización popular -por temor a una mayor radicalidad- y darle un rostro democrático al régimen de dominación burguesa. Esta situación toma en relativa desventaja al movimiento popular, tanto por la represión, los despidos, etc., pero también por la división política de la izquierda y la poca centralización sindical, situación que hace que la derecha recupere iniciativa y detenga en parte la lucha popular. Desde 1975, al ya no haber condiciones para la lucha económica, el movimiento obrero adquiere un carácter más político: defensa de los sindicatos, crítica al modelo de desarrollo para el país y la defensa de los derechos humanos y democráticos, demostrándose su mayor interés por entender su realidad. Pero el proceso de politización va a ser desigual y lento, implicando la coordinación entre sindicatos y otras organizaciones populares, además de las discusiones, desacuerdos, y divisiones que vive la propia izquierda no solo en relación a las organizaciones sindicales, sino a las elecciones nacionales que no solo afectaron con sus resultados y obtener menos fuerza en el Parlamento, sino en entender que estos procesos de unidad son parte y expresión del desarrollo de una propuesta integradora del movimiento popular en su diversidad y complejidad, y en particular el paso del movimiento obrero y campesino clasista y gremialista a no solo identificarse con la izquierda, sino a consolidar su conciencia y organización política. Es así que se hace evidente la vigencia del Mariateguismo con su tesis sobre el proletariado como «factor clasista» decisivo, en el sentido de tener perspectiva real de desarrollo como movimiento social y político que articule y direccione al movimiento popular. En todo caso, la relación partido-gremio, lucha política-lucha social, etc., no se había resuelto aún como consolidación política de la clase obrera y campesina, produciéndose entonces el burocratismo, sectarismo y divisionismo. Finalmente, de lo que se trataba es de saber dar los pasos haciendo que la práctica política desde las clases revolucionarias no sea solo algo episódico, sino algo que perdure a través del tiempo.


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Movimiento Obrero Peruano 1890 1980 Denis Sulmont

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