UN PASO ADELANTE, DOS PASOS ATRAS Lenin

«Después del IIº Congreso de 1903, la lucha dentro del Partido se agudizó todavía más. Los mencheviques esforzábanse con todo ahínco en minar los acuerdos del Congreso y apoderarse de los organismos centrales del Partido. Exigían que se incorporasen a la redacción de la «Iskra» y al Comité Central el número de representantes suyos necesarios para tener mayoría en la redacción del periódico y la paridad con los bolcheviques en el C.C. Los bolcheviques rechazaron esta exigencia, que contravenía los acuerdos explícitos del Congreso. En vista de esto, los bolcheviques crearon, a espaldas del Partido y hostil al mismo, su propia organización fraccional, a cuyo frente se hallaban Martov, Trotski y Axelrod, y «se rebelaron según frase de Martov contra el leninismo». Eligieron como método de lucha contra el Partido «la desorganización de todo el trabajo del Partido, saboteando, entorpeciéndolo en todo lo que podían» palabras de Lenin. Se atrincheraron en la “Liga extranjera» de los socialdemócratas rusos, cuyos componentes, en un noventa por ciento, eran intelectuales emigrados, desligados de toda actuación práctica en Rusia, y comenzaron a hostilizar desde allí al Partido, a Lenin y a los leninistas.

Plejanov ayudó considerablemente a los mencheviques. En el IIº Congreso de 1903, había marchado de acuerdo con Lenin, pero después se dejó asustar por los mencheviques con la amenaza de la escisión y decidió «reconciliarse» a toda costa con ellos. El peso de sus viejos errores oportunistas le arrastraban al campo menchevique. No tardó en convertirse, de conciliador con los mencheviques oportunistas, en un menchevique más. Exigió que fuesen incorporados a la redacción de la «Iskra» todos los antiguos redactores mencheviques, rechazados por el Congreso. Y como Lenin no podía, naturalemente, avenirse a esto, salió de la redacción del periódico para hacerse fuerte en el Comité Central del Partido y derrotar desde aquí a los oportunistas. Plejanov, por sí y ante sí, infringiendo la voluntad del Congreso, incorporó a la redacción de la «Iskra» a los redactores mencheviques que había sido eliminados de ella. Desde este momento, a partir del número 52, los mencheviques convirtieron el periódico en órgano suyo y comenzaron a predicar desde él sus ideas oportunistas.

Desde entonces, se estableció, dentro del Partido, la costumbre de llamar a la vieja «Iskra», la «Iskra» leninista, bolchevique y a la nueva «Iskra», menchevique, oportunista.

Al pasar a manos de los mencheviques, la «Iskra» se convirtió en órgano de lucha contra Lenin y los bolcheviques, en órgano de propaganda del oportunismo menchevique, sobre todo en lo tocante a los problemas de organización. Los mencheviques, coaligados con los «economistas» y los «bundistas», abrieron desde las columnas de la «Iskra» una campaña contra el leninismo, como ellos lo llamaban. Plejanov, en la imposibilidad de mantener a la larga sus posiciones conciliacionistas, se sumó también a la campaña al cabo de algún tiempo. Tampoco podía ser de otro modo, según la lógica de las cosas: quien desciende al terreno de la conciliación con los oportunistas, acaba hundiéndose en el oportunismo. Desde las columnas de la nueva «Iskra» llovían en chaparrón artículos y declaraciones, sosteniendo que el Partido no debía ser un todo orgánico; que debía admitirse la existencia dentro de sus filas de grupos e individuos libres, no sujetos a la disciplina de los acuerdos de sus órganos; que había que permitir a todo intelectual simpatizante con el Partido, a «cualquier huelguista» y a «cualquier manifestante» considerarse como miembro del Partido; que el exigir que los afiliados se sometiesen a todos los acuerdos del Partido era enfocar el asunto de un modo «formal y burocrático»; que el imponer la sumisión de la minoría a la mayoría era «ahogar mecánicamente» la voluntad de los miembros del Partido; que el pretender que todos los afiliados, lo mismo los dirigentes que los militantes de filas, se sometiesen por igual a la disciplina del Partido, equivalía a instaurar dentro de éste un «régimen feudal»; que lo que «nosotros» necesitábamos en el Partido no era un régimen de centralismo, sino un «autonomismo» anárquico, que diese a los individuos y a las organizaciones del Partido derecho a no cumplir sus acuerdos.

Era una propaganda desenfrenada que tendía a relajar los lazos de la organización, a minar la cohesión y la disciplina del Partido, a glorificar el individualismo peculiar de los intelectuales y a justificar una indisciplina anárquica.

Los mencheviques arrastraban claramente al Partido a los tiempos anteriores al IIº Congreso, a los viejos tiempos de su dispersión orgánica, a los tiempos de los círculos aislados y de la labor a la manera artesana.

Era necesario dar a los mencheviques una respuesta cumplida.

Esta respuesta se la dio Lenin, con su célebre obra titulada «Un paso adelante, dos pasos atrás», que vio la luz en mayo de 1904.



RESEÑA

“Un paso adelante, dos pasos atrás", es la obra de significado histórico en la que traza, por vez primera en la historia del marxismo, la teoría del Partido como organización dirigente del proletariado. Aparece en mayo de 1904, en la lucha de Lenin por crear un Partido revolucionario de nuevo tipo, contra Martov, Trotski y Axelrod; mencheviques fraccionalistas creadores de su propia organización. Argumentaban que debía admitirse en el Partido a cualquier "huelguista" y "manifestante" no sujeto a la disciplina partidaria; que el sometimiento a los acuerdos del Partido, era un asunto "formal y burocrático"; que la sumisión de la minoría a la mayoría era "ahogar mecánicamente" la voluntad de los miembros; que la disciplina igual para dirigentes como para militantes de filas, equivalía a instaurar dentro de éste un "régimen feudal"; que lo que se necesitaba no era un régimen de centralismo, sino un "autonomismo" anárquico.

Propagandizaban el relajamiento de la disciplina y unidad interna de la organización, para minar su cohesión y que prime el individualismo anárquico de los intelectuales.

Lenin señala en la obra que el Partido es una parte de la clase obrera, un destacamento de vanguardia, consciente, marxista, conocedor de la vida social y sus leyes de desarrollo; lo que le permite dirigir la lucha de la clase obrera. Destacamento organizado, con disciplina obligatoria para todos sus miembros, que deben ser parte de una de sus organizaciones.

Los obreros que deciden ser militantes del Partido, no tienen miedo a su disciplina ni a sus organizaciones; los que temen la disciplina y la organización son los intelectuales de tendencia individualista y cualquier huelguista y manifestante que pretende ser miembro del Partido.

El Partido -escribe Lenin- no debe ser una suma aritmética de individuos; sino un complejo de organizaciones que acoge a aquellos que admitan, por lo menos, un grado mínimo de organización.

El Partido debe multiplicar y consolidar los lazos con las masas de millones de proletarios sin partido y su funcionamiento se basa en el centralismo, estatutos únicos, disciplina igual para todos, un solo órgano de dirección que es el Congreso del Partido y entre uno y otro congreso, el Comité Central. La sumisión de la minoría a la mayoría, de las organizaciones a los organismos centrales y de las organizaciones inferiores a las superiores.

La disciplina única e igual para todos, mantiene la integridad y unidad del Partido. No hay distinciones entre gente "selecta" y gente "del montón".

Para la psicología del intelectual burgués, que cree estar por encima de la organización y la disciplina de las masas, toda organización y disciplina proletarias son un avasallamiento feudal.

Lenin entendía que a la unidad ideológica del proletariado, debía acompañar su "unidad material de organización", ya que "El proletariado -escribía Lenin- no dispone, en su lucha por el Poder, de más arma que la organización...”
Lenin demuestra en base a hechos concretos y los hechos concretos y su movimiento son la dialéctica materialista, el método de Marx, Engels y Lenin y el de otros marxistas, y al mismo tiempo es donde se entreveran también muchos marxistas, en este caso Rosa Luxemburgo.
Lenin dice que Luxemburgo confunde dos cosas distintas:
1) «confunde mi proyecto de organización con el proyecto modificado de la comisión, por un lado, y por otro, con los estatutos de organización aprobados por el congreso del Partido»
2) «confunde la defensa de determinado postulado que figura en determinado artículo de los estatutos /…/ con la defensa de la tesis /…/ según la cual los estatutos aprobados por el congreso del Partido deberán aplicarse, mientras no sean modificados por el congreso siguiente. Esta tesis (<puramente blanquista>, /…/) la he defendido en mi libro, verdaderamente de manera muy <intransigente>» [nota 21 BLANQUISMO: «corriente del movimiento socialista francés encabezada por Luis Augusto Blanqui (1805 – 1881), eminente revolucionario y destacado representante del comunismo utópico francés. Los blanquistas negaban la lucha de clases, suplantaban la actividad de un partido revolucionario con las acciones de un puñado de conspiradores, no tomaban en consideración la situación concreta, indispensable para la victoria de la insurrección, y menospreciaban la ligazón con las masas.»] A su vez la dialéctica materialista es el arma fundamental que tenemos los marxistas para combatir a la burguesía y hay que saber emplearla y para eso es necesario estudiar, sobre todo FILOSOFÍA. Muchos marxistas hablan mucho de dialéctica, pero cuando tienen que pensar, cuando tienen que actuar, lo hacen en forma mecanicista. Y esto se debe a que una cosa es hablar de memoria de dialéctica y otra cosa muy distinta es incorporarla como una costumbre en nuestro cerebro. Es necesario acostumbrar a nuestro cerebro a pensar dialecticamente.]”  

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